Olvídate del consumidor que sabías segmentar en un brief. Ese que respondía (más o menos) bien a una campaña bien planificada. Ese que buscaba en Google, comparaba tres opciones y luego elegía.
Ese consumidor ya no está. O mejor dicho: está mutando. Y lo está haciendo rápido. Más de la mitad (58%) han sustituido los motores de búsqueda tradicionales por herramientas de IA generativa para obtener recomendaciones de productos y servicios, según Capgemini.
La llegada de la inteligencia artificial al marketing no solo ha transformado la forma en que trabajamos. Está moldeando, casi sin darnos cuenta, una nueva generación de hábitos de consumo más conversacionales, más asistidos y más hiperpersonalizados.
Y también un consumidor más escéptico y —curiosamente— más humano.
Ya no quiere que le impactes. Quiere que le entiendas.
Y que le hables como lo haría su asistente de confianza.
Durante años, hemos optimizado nuestros contenidos para buscadores. Palabras clave, metadescripciones, enlaces, etc. Ya sabes, todo lo que implica una buena estrategia SEO.
Pero ahora el consumidor no busca, pregunta. Y espera una respuesta clara, personalizada y directa.
Con la irrupción de asistentes virtuales basados en IA generativa, el comportamiento cambia radicalmente: ya no se hace scroll en una lista de enlaces, se mantiene una conversación con un asistente. Esto requiere contenidos que no solo informen, sino que dialogue n.
¿Qué implica para tu estrategia?
Tu marca debe empezar a pensar en cómo ser realmente útil en este nuevo entorno. Optimizar para la búsqueda conversacional —lo que ya se conoce como GEO (Generative Engine Optimization)— implica mucho más que adaptar textos. Significa entender cómo piensan y preguntan los usuarios, cómo formulan sus dudas y qué esperan como respuesta de un asistente de IA.
No se trata solo de estar en los primeros puestos, sino de ser la fuente que el asistente elige como referencia.
Como agencia pionera en GEO, ya estamos ayudando a marcas a adaptarse a este nuevo escenario: creamos contenidos que funcionan dentro y fuera de ChatGPT, Perplexity o Google SGE. No se trata solo de estar en los primeros puestos, sino de entrar en la conversación y ser la fuente que el asistente elige como referencia.
¿El reto? No es solo técnico, es estratégico: rediseñar tu presencia digital para ser visible en un entorno donde no hay segunda página de resultados.
El consumidor actual confía más en las personas que en los logos. Eso ya lo sabemos. Pero cuando hablamos de influencers hoy, no nos referimos solo al mundo del lifestyle, la moda o los viajes.
Estamos viendo cómo la figura del experto con voz propia cobra protagonismo en todos los sectores: salud, energía, sostenibilidad, tecnología, educación…
El 60 % de los consumidores confía ahora más en lo que un creador dice sobre una marca que en lo que la marca dice de sí misma. Lo que buscan los consumidores es conocimiento aplicado, opinión argumentada y una narrativa personal que les ayude a entender mejor el mundo. Y lo buscan en personas que demuestran experiencia y criterio, no solo en cuentas con muchos seguidores.
En paralelo, tanto Google como los motores de IA generativa están dando cada vez más peso al principio de EEAT: experiencia, pericia, autoridad y fiabilidad. Es decir, no basta con generar contenido útil; hay que demostrar que quien lo genera sabe de lo que habla.
¿Qué cambia para las marcas?
La estrategia de contenidos no puede limitarse a publicar artículos en blog o posts corporativos. Necesita contar con portavoces internos y externos con autoridad real, que hablen desde la experiencia, no desde el eslogan.
La influencia del futuro no se mide solo en likes, sino en credibilidad sostenida.
Y esa credibilidad —construida con constancia, coherencia y conocimiento— será clave para competir en un ecosistema saturado de voces automatizadas.
Con la IA generando artículos, imágenes y vídeos indistinguibles de la realidad, el consumidor no sabe si lo que ve es verdad o una ilusión bien renderizada.
La confianza en los sistemas de IA sigue siendo un desafío importante: más de la mitad (54%) se muestra reticente a confiar en la IA. Las personas son más escépticas respecto a la seguridad, la protección y el impacto social de la IA, y confían más en su capacidad técnica, según KPMG.
Aumentará la demanda de pruebas de veracidad, de contenidos verificados, de transparencia radical. Veremos sellos como “AI Verified” o incluso “AI Free” en los productos y campañas. ¿Tu marca está lista para demostrar que no miente?
El consumidor no quiere sentir que recibe un mensaje masivo.
Quiere una experiencia que se adapte a sus gustos, a su momento vital, incluso a su estado de ánimo.
Y ahora que sabe que las marcas pueden hacerlo (porque la IA lo permite), no acepta menos.
¿Qué supone para tu estrategia?
Pasar de la segmentación a la micropersonalización. Utilizar la IA para ofrecer contenidos, ofertas o servicios ajustados a cada perfil, sin resultar invasivos.
Eso implica trabajar bien el dato, sí, pero también la narrativa: personalizar no es repetir su nombre, es entender qué necesita antes de que lo diga.
Quizás conviene repasar un poco de ABM para darle una vuelta a las estrategias.
La «economía de la impaciencia», tal como se articula en el informe Tendencias de Vida 2025 de Accenture , es una tendencia que enfatiza la necesidad de los consumidores de inmediatez y una respuesta ágil.
Esperar 24 horas a que te contesten un correo ya no es aceptable. El consumidor actual quiere resolver sus dudas en el momento, sin fricciones, y sin tener que repetir cinco veces su problema. Según Hubspot, 82% de los clientes esperan una resolución inmediata de sus problemas por parte de los agentes de atención al cliente.
Si en la última década los chatbots básicos ganaron terreno, en los próximos años los consumidores se familiarizarán con asistentes conversacionales impulsados por LLM multimodales e integrados en aplicaciones y dispositivos inteligentes.
¿Qué puedes hacer como marca?
Revisa tus flujos de atención, invierte en asistentes conversacionales útiles de verdad y construye contenidos que respondan dudas antes de que se formulen.
El nuevo estándar es la respuesta instantánea y personalizada, no el “gracias por contactar, te responderemos en breve”.
La interacción por voz será cada vez más habitual, no solo para tareas puntuales, sino como forma natural de relacionarse con servicios y productos.
Entre 2020 y 2024, el uso mensual de las principales herramientas se disparó entre los estadounidenses: el Asistente de Google lidera el grupo con un aumento del 46 % en ese período, Siri le sigue de cerca con un 40 % y Alexa aumentó un 26 %, según GWI.
Esto implica un cambio de mentalidad: ya no diseñamos solo para pantallas. Diseñamos para escuchar y conversar.
¿Qué implica esto?
¿Alguna vez te has planteado cómo suena tu marca? ¿Cómo responde? ¿Qué tono utiliza? El diseño conversacional será una nueva competencia clave.
Cuanto más crece la automatización, más valor adquiere lo auténtico.
Las personas siguen queriendo historias reales, voces imperfectas (que no respuestas incorrectas) y emociones de verdad.
En medio de un mar de contenido generado por máquinas, lo artesanal, lo honesto y lo humano destacan.
¿Qué oportunidad abre esto?
Ser valiente y mostrar lo que hay detrás. No todo tiene que estar pulido. No todo debe pasar por filtros.
Las marcas que se atrevan a ser imperfectamente humanas serán recordadas.
En definitiva, el nuevo consumidor no quiere lo imposible. Quiere lo que ya es posible gracias a la tecnología, y lo quiere bien:
Y, en medio de todo eso, quiere seguir sintiéndose comprendido como persona.
En Evoluciona hemos desarrollado una estrategia GEO para ayudar a tu marca a anticiparse a los cambios que trae consigo la IA generativa.
El reto para el marketing no está solo en saber usar la IA, sino en utilizarla sin perder nuestro lado más humano.
Porque al final el consumidor recordará lo mismo de siempre: cómo le hiciste sentir.
Fuentes: