¿Qué podemos aprender (y aplicar) a nivel de estrategia?
- No hay impacto cero: cualquier consulta requiere energía y recursos físicos (electricidad y agua para refrigerar servidores). El mito de la nube limpia queda desmontado.
- Los datos comparativos importan: hablar de kWh o galones suena frío. Traducirlo a algo tangible (bombillas, microondas, cucharadas, duchas) ayuda a transmitir la magnitud de forma comprensible.
- La eficiencia es clave: Altman recuerda que los costes de IA se reducen drásticamente cada año. Optimizar consultas, ajustar modelos y migrar a infraestructuras verdes puede marcar la diferencia entre un uso responsable y uno insostenible.
En un contexto donde la sostenibilidad ya no es un valor añadido, sino un criterio decisivo, conocer el impacto real de herramientas como la IA generativa permite a las marcas ir más allá del greenwashing. Hablar con datos, reconocer los impactos —por pequeños que parezcan— y mostrar compromiso con la mejora continua es parte de un marketing más honesto, estratégico y sostenible.
La clave no está en evitar la tecnología, sino en usarla con criterio, comunicar con transparencia y diseñar experiencias alineadas con un futuro más responsable. Porque cada consulta cuenta, pero también cada decisión de marca.
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